UNA EXTRAORDINARIA CREACIÓN
Su
personalidad estaba compuesta por múltiples fragmentos. Innumerables estados de
conciencia, ideas, aspiraciones, inquietudes, vivencias, emociones, vidas
enteras en su haber, mezcladas de tal modo que un cierto número de piezas, en
un determinado orden constituía su personalidad “exterior”. Sin embargo, cada
aspecto de su personalidad estaba conectado con millones de aspectos de
millones de personalidades. Es difícil saber cuáles de ellos accederían a su
conciencia, a su idea de unidad independiente de tales cúmulos de información.
También es difícil saber en qué radica su identidad, ya que la misma de algún
modo estaba sostenida por todo su
pasado, incluso aquel del cual, en apariencia, no tenía conocimiento alguno.
Algo sucedió.
Su ilusión de personalidad comenzó a causarle problemas. Las ideas elegidas
para constituirlo comenzaron a obstruir el fluir de su vida… ¡Pero claro! Como
no iba a estar estancada su existencia si no podía ver más allá de sus propias
narices. Es por eso que empezó a familiarizarse con el concepto de humildad. Esto de algún modo tenía que
ver con que él -o ella- comenzaba a dejar de aceptar sus verdades como las
únicas posibles, comenzó a entender que si quiere ver más allá, realmente debe
permitirse adoptar el punto de vista ajeno, pues el propio nunca es tal.
Por algún
motivo las ideas previas intentan defenderse, es decir, envían al receptor (o
huésped, o habitante, viviente, persona, títere o como quiera llamársele)
ciertas señales que implican un tipo de sufrimiento si no se las obedece. Pero
afortunadamente, si es que sucede, llega el día en que el dolor de sostener el
bagaje de puntos de vista corrientes comienza a ser mayor que seguir acatando
las órdenes del mismo. Es entonces cuando la rebelión comienza y el soñante
quiere despertar.
Pero no le va
a ser fácil. Pues en su interior (y en su exterior, o sea, su reflejo) se
desata una guerra.
Busca ayuda,
quiere que lo saquen, pero empieza a comprender que si sale no será el mismo.
Comienza a sospechar que la caverna y su identidad coinciden, no son
separables. Al menos no sin un sacrificio.
¡Algo debe morir! La vida y la muerte… ¡Son las dos caras de la misma moneda!
El encierro le
agobia, le falta el aire, se siente atrapado… Las batallas son duras, si quiere
escapar, se encierra más… ¡No puede escapar de si mismo!
Tras numerosas
batallas, perdidas obviamente, se da cuenta de algo… que puede engendrar,
crear, construir una entidad o varias entidades con la información que lo
conforma. No es necesario que cargue con las cruces de sus antepasados. Sólo es
necesario que dicha información se exprese de algún modo y decidió empezar a
delinear una extraordinaria creación.
Por Cristian Daniel Olivé
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